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Universitarias en el mundo del sexo de pago

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En la lucha por la igualdad real, por conseguir que hombres y mujeres tengan una misma situación tanto social como laboral, sin discriminación, se están dando pasos de gigante. No se puede ser condescendiente con lo conseguido, pensando que ya está todo hecho, pero tampoco negar que la situación ha mejorado mucho en las últimas décadas. Seguimos avanzando, y desde luego que este es el camino por el que hay que seguir superando obstáculos. Cada vez hay más personas concienciadas con conseguir la igualdad real. Cada vez son menores las brechas que separan a hombres y mujeres en el terreno laboral por ejemplo. Y como siempre decimos, esto empieza por la educación, que es la base de todo. Al final, cuando conseguimos inculcar esos valores a los más pequeños, basados en la igualdad, en el respeto, esa generación sabe cómo enfrentarse a esos problemas y solventarlos.

Estamos en el camino, y aunque queda mucho que recorrer, hay que pararse también a aplaudir los pasos que se han dado. Pasos que han permitido, por ejemplo, que estudiar una carrera sea hoy algo tan habitual para una mujer como para un hombre. Desde nuestra perspectiva actual esto nos puede parecer lo más normal del mundo, peor solo hay que ir algunas décadas atrás para comprobar que es un auténtico avance. La incorporación de la mujer al trabajo, su emancipación de las labores del hogar, su búsqueda de independencia a través de la formación y el entorno laboral… A partir de los años 80, el cambio vio más claro que nunca, y muchas mujeres fueron las primeras de sus familias en estudiar en la universidad. Ahora esto se sigue dando de forma habitual, con carreras donde incluso las chicas son mayoría, y no nos referimos solo a las más tradicionales. Encontramos muchas mujeres en Ingeniería, en Informática, en Periodismo, en Medicina, en Derecho… La realidad es que las universitarias salen muy bien preparadas de estas carreras, aunque también es cierto que a veces tienen ciertos problemas para conseguir sacar adelante los estudios. Ya sea por falta de medios, por dificultades a la hora de aprobar… algunas tienen que enfrentarse al problema de no poder pagar las tasas. Y buscan soluciones a veces desesperadas para lograrlo.

Un trabajo muy lucrativo

En los últimos años, muchos han hecho saltar la alarma en torno a la posibilidad de que las universitarias estuvieran dedicándose al sexo de pago para conseguir dinero rápido y fácil. Es una situación que, sin llegar a ser mayoritaria, sí que puede resultar muy llamativa, sobre todo entre un sector de mujeres bien formadas, normalmente empoderadas y con cultura. La imagen que tenemos de las trabajadoras sexuales tiene poco que ver con eso porque en muchas ocasiones nos dejamos llevar también por el prejuicio. Sin embargo, en el sector del sexo de pago, como en cualquier otro, existen todo tipo de trabajadoras. Las inmigrantes ilegales que venden su cuerpo por unos pocos euros, pero también las chicas jóvenes que, aprovechando su belleza, son capaces de conseguir mucho dinero en solo una cita. Y ese dinero les permite llevar la vida que siempre han querido o sencillamente, pagarse sus estudios.

Por necesidad, por probar nuevas experiencias…

Siendo la prostitución un trabajo que siempre ha sido marginado y mal visto por la sociedad, ¿qué puede llevar a una chica joven, inteligente y con futuro, a dedicarse a ello? Para entender esta nueva tendencia debemos profundizar en las motivaciones de esta generación. Las chicas nacidas a partir de los 90 son mujeres con una mentalidad mucho más abierta. Han crecido más liberadas sexualmente, con la atención de sus madres, que ya suelen trabajar y estar fuera de casa. Han aprendido a valerse por sí mismas y a buscar su propio dinero en cuanto han tenido oportunidad. Pero a la vez saben que un trabajo cualquiera no va a darles el tipo de vida al que muchas de ellas aspiran. Lujos, coches, ropa cara, viajes… Para lograr eso hay que ganar más dinero.

Habrá de todo, por supuesto, y en muchos casos estas chicas son solo jóvenes humildes que ni siquiera trabajando en otras cosas llegan a pagar las matrículas. Ante esa tesitura, y la situación complicada de su familia, las chicas deciden buscarse el dinero allí donde saben que lo van a encontrar más fácil, en el sector del sexo. Pueden hacerlo un par de veces y dejarlo, por sentirse culpables y no querer ese tipo de vida. Pueden probar para experimentar algo nuevo y diferente, si les surge la oportunidad, aunque solo sea por una vez. Hoy por hoy, gracias a Internet, es mucho más fácil guardar la intimidad en este tipo de trabajos, y una chica joven puede anunciarse como escort de lujo en Internet sin que se la reconozca. Las motivaciones son de cada uno, pero al final lo que está claro es que cada vez son más las chicas que optan por esta opción.

Peligros de realizar estos servicios

El hecho de que hoy por hoy haya mucha más intimidad a la hora de realizar este tipo de servicios no significa que estas chicas no estén todavía expuestas a peligros. Y es que por mucho que quieran ser discretas, al final este tipo de cosas suelen levantar rumores. En las clases, en los claustros de profesores… Si además, parte de tus clientes pertenecen a tu misma facultad o universidad, la discreción puede servir de poco ante cualquier habladuría. A día de hoy, ser señalada como prostituta todavía es algo muy duro de soportar para muchas mujeres, por toda la connotación negativa que esto tiene. Incluso aquellas que no tienen miedo a reconocerlo se pueden sentir cohibidas cuando todo el mundo las señala, como es natural.

La mayoría de chicas prefieren guardar este trabajo como secreto precisamente por eso, para que su vida social y académica no se vea afectada. Es mucho más fácil conseguirlo cuando estás estudiando fuera, en una ciudad distinta, donde nadie te conoce. Evitar a gente cercana y ofrecer tus servicios a hombres más mayores, por ejemplo, suele ser una buena alternativa. Sin embargo, el peligro siempre estará ahí, y será mayor conforme la situación se vaya normalizando. Si la chica decide convertir esos servicios en un hábito, habrá más opciones de que sea descubierta. De hecho, en algunos países podría incluso ser denunciada y multada, aunque se debería probar que le han pagado por servicios sexuales, y no solo de compañía.

La situación de la prostitución

En España, por ejemplo, la situación de la prostitución es muy delicada. No está penada por la ley, aunque también está regularizada. Ese limbo ha generado muchos problemas para las trabajadoras sexuales, ya que su situación es de absoluta marginación. Están fuera del sistema, para bien y para mal. La reciente Ley de Libertad Sexual ha prohibido además la publicación de cualquier anuncio en el que se ofrezcan servicios sexuales de forma explícita. Esto se ha tomado como un paso previo al intento de abolición por parte del Gobierno, que ya ha mostrado su interés en prohibir la prostitución. Las universitarias españolas suelen ofrecer servicios de simple compañía, así que quedan fuera de esa prohibición, al menos por ahora, pero habrá que ver cómo evoluciona la situación.