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El recreo escolar ¿es realmente importante?

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No hay niño que, al ser preguntado por su clase favorita en el colegio, no haya respondido que era el recreo. En parte respuesta inocente, en parte totalmente lógica, el periodo de disfrute y descanso entre diferentes asignaturas era seguramente el más esperado por todos los niños. Y lo sigue siendo a día de hoy, totalmente implantado ya como una parte imprescindible para poder rendir adecuadamente en el resto de asignaturas. Pero el recreo, como vamos a ver ahora, es mucho más que un simple periodo de descanso entre clases. Es el momento en el que los niños tienen la oportunidad de establecer más relaciones, donde pueden jugar entre ellos, divertirse de una manera más libre y menos encorsetada que en el aula… Es, en definitiva, el primer lugar donde van a tener contacto con otros como ellos, donde conocerán a sus primeros mejores amigos, donde podrán entender la importancia del trabajo en equipo, de la amistad y la empatía.

El recreo está ya plenamente establecido como un periodo de descanso y disfrute para los más pequeños, imprescindible durante toda la enseñanza obligatoria. La desaparición de un recreo como tal en la Universidad, por ejemplo, está simplemente limitada al hecho de que las clases deben encajar en un horario mucho más concreto, aunque también hay descansos, más cortos eso sí, para desconectar. Pero cuando accedemos a esa educación universitaria ya somos mayores y hemos pasado por las etapas de formación que nos marcan tanto como personas y estudiantes. Y en ellas sí que se hace imprescindible disponer de tiempo libre para desconectar de las clases, para jugar con nuestros amigos y compañeros. Y es interesante que se siga dando en mitad de la mañana, justo para partirla en dos y permitirnos recuperar fuerzas para esa última parte que muchas veces se nos hacía cuesta arriba. Aquí vamos a dar algunas claves que hacen que el recreo siga siendo importantísimo dentro de la educación primaria.

La necesidad del descanso

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El motivo más obvio para tener recreo es dar descanso a los niños, para que puedan desconectar de las clases, correr, jugar y relacionarse con sus amigos de una manera mucho más libre, sin tener que estar encerrados en el aula. Se busca generar un ambiente mucho más relajado y sobre todo, permitir a los niños que saquen toda esa energía que llevan dentro. Sobre todo a los más pequeños, ya que les cuesta horrores mantenerse sentados durante tantas horas seguidas, atendiendo, sin hablar con los compañeros… El descanso mental es imprescindible, así como sacarlos de esa burbuja que se crea en clase, para que puedan salir al patio a respirar aire fresco y jugar libremente con sus compañeros. El descanso no es precisamente físico, pero es que a estas edades el cansancio no existe para los niños.

El momento de sociolizar

En la clase, los críos pueden hablar y socializar formando pequeños grupos para realizar actividades y trabajos. En estas últimas décadas cada vez se llevan a cabo más actividad de este tipo, donde el niño puede hablar, discutir con los demás, poner ideas en común, compartir sus historias… Las clases ya no son tan cerradas y limitadas como antes, donde todos tenían que estar en sus pupitres, con la cabeza agachada, escribiendo algún dictado o haciendo ejercicios. Sin embargo, el momento donde verdaderamente socializan, donde se conocen y pueden jugar entre ellos, creándose esas primeras amistades que a veces se mantienen de por vida, es durante el tiempo de recreo. Siempre con la supervisión de los profesores, pero de una manera mucho menos estrecha, los niños se sienten más libres para jugar entre ellos a lo que quieran, compartir momentos que seguro que se les marcarán a fuego y aprender a socializar con los demás.

Ayuda al desarrollo cognitivo

Los beneficios que un espacio como el recreo tiene para un crío son bastante evidentes, incluso desde el punto de vista del desarrollo cognitivo. El niño va a la escuela a aprender, y lo hace en clases, pero también en ese descanso, tal vez incluso más. Desarrolla cada día su empatía con los demás, se relaciona con los otros niños, acaba por aprender las normas básicas para participar en juegos, para compartir tiempo con sus iguales, a la vez que desarrolla el lenguaje, las capacidades motrices y los primeros conceptos abstractos. El recreo es algo así como un campo de prácticas para lo que será la vida futura del niño, ya fuera de la escuela. El primer lugar donde puede entablar relaciones con sus amigos sin la supervisión directa de un adulto.

Menos posibilidad de caer en el sedentarismo

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Los niños son seres activos por naturaleza. La mayoría de ellos poseen muchísima energía y pueden estar jugando, corriendo y disfrutando durante horas sin llegar a cansarse en ningún momento. El recreo ayuda a canalizar toda esa energía, y facilita un lugar y un momento específico para poder desatarla, para que luego, a la hora de estar en clases, los niños aprendan a estar más tranquilos, más concentrados, prestando atención. De la misma forma, se les anima a ser personas activas, a hacer ejercicio más allá de la clase de educación física, proponiendo partidos de fútbol o de baloncesto, juegos en los que el esfuerzo físico sea importante, evitando así que caigan en un sedentarismo temprano.

Una mejor actitud hacia la escuela

Seamos sinceros, cuando somos críos la escuela no es precisamente el plato de mejor gusto para nosotros. Ser niño significa querer disfrutar de nuestra energía, salir a jugar con nuestros amigos, ver dibujos en casa… Pero lo último que deseamos es ir a un lugar donde tenemos que estar haciendo ejercicios durante horas, sin apenas hablar con nuestros amigos y compañeros… hasta que llega el recreo. La existencia de este periodo de descanso es indispensable para que los niños sientan un menor rechazo ante la idea de la escuela, sabiendo que al menos, a mitad de la mañana, van a poder disfrutar jugando con sus compañeros. Eso les hace ir, en muchos casos, con mejor actitud todas las mañanas a la escuela.