Publicado el 9 de marzo de 2022 por Ángela Surrá
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La vida de una prostituta como madre soltera

¿Puede haber algo más grande para una madre que sus hijos? De hecho, ¿habrá algo que una madre no haga por ellos? Aquellas mujeres que han tenido que afrontar la maternidad en solitario, por la razón que fuera, se han desvivido literalmente por darle a sus retoños todo lo que ellos merecen. A veces, sin llegar a fin de mes, quedándose ellas mismas sin comer por darles algo a sus críos. En otras ocasiones, trabajando en penosos empleos que no solo cuestan salud, sino que les quitan prácticamente todo el tiempo que puedan tener. La necesidad de ganar dinero es algo que la mayoría compartimos, pero se hace extrema cuando tienes a un niño de pocos años al que hay que vestir, alimentar y llevar al colegio. Pagar todo eso y además llegar a fin de mes, con una hipoteca o un alquiler, haciéndolo sola, nunca es fácil. Por eso muchas terminan buscando el dinero donde menos lo esperaban.

La prostitución es un oficio que suele acoger a estas mujeres de forma habitual, ya que ofrece casi siempre dinero seguro y rápido. Una amante profesional puede ganar bastante más dinero que una camarera, o incluso una vendedora en una tienda de ropa, si sabe jugar bien sus cartas. Lo hacen por necesidad, por supuesto, pero como la mayoría de los que están en trabajos que detestan. Las facturas hay que pagarlas, y eso es lo único que parece importar en este sistema que nos ha convertido en simples robots mecanizados con la única misión de ser productivos. Las madres solteras que ejercen la prostitución se sienten, en muchos casos, marginadas y preocupadas. En algunos países, este trabajo es ilegal e incluso está perseguido. Temen que si las autoridades las descubren, los servicios sociales las separen de sus críos. Pero a la vez, necesitan correr ese riesgo si quieren alimentarlos y seguir pagando todo lo que hay por delante. Una situación compleja que se ha convertido casi en un tropo de muchas películas y series, mostrando la cara más desagradable de este oficio. ¿Es siempre así? Vamos a investigarlo a fondo en este artículo.

Publicado el 5 de noviembre de 2021 por Ángela Surrá
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Prostitución e integración social

La sociedad española destaca por el incremento en el nivel de vida para buena parte de la población en las últimas décadas. Si bien en los últimos años, debido a crisis como la de 2008 o la propia pandemia, la situación está revirtiéndose poco a poco, todavía hay margen de mejora. España es un país totalmente desarrollado con una economía fuerte, aunque algo inestable en ciertas situaciones, como ya hemos podido comprobar en los últimos años. Los parados de larga duración, la temporalidad del empleo y los sueldos bajos son problemas acuciantes para las clases trabajadoras. Los altos precios de las viviendas y del coste de vida en general están empezando a abrir una brecha bastante importante en el tejido social español. Para muchos, la clase media está empezando a desaparecer. La mayoría acaba cayendo en lo que se conoce como clase baja o trabajadora, mientras que unos pocos acceden a la clase alta. Cada vez son  más las familias en riesgo de exclusión y pobreza, problemas que los gobiernos no parecen saber atajar.

Ante este complicado panorama, especialmente para las mujeres, el mercado laboral se ha convertido en un campo de minas. Un lugar complejos en el que encontrar un buen empleo resulta casi utópico. Tanto es así que muchas mujeres, para sobrevivir y sacar adelante a sus familias, han optado por la opción de prostituirse. Es un trabajo poco vocacional, al que la mayoría accede por pura necesidad, pero es indudable que puede suponer una alternativa en situaciones desesperada. La prostitución está en un vacío legal en España, y eso permite que muchas puedan manejarse dentro de este negocio, siempre al margen de la ley, eso sí. La estigmatización del colectivo es el mayor problema a día de hoy. Las prostitutas siguen siendo consideradas mujeres de mala vida, y se relaciona su trabajo con las drogas, la pobreza y la insalubridad. Mitos, prejuicios que se han enraizado en la sociedad, que siempre ha mirado con malos ojos a aquellas que deciden vender su cuerpo por dinero. Una situación que ha llevado a muchas de estas mujeres a sufrir una gran exclusión social, dificultándoles mucho su vida normal e incluso despojándolas del respeto mínimo que cualquier ser humano merece.

Publicado el 11 de noviembre de 2020 por Ángela Surrá
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Integración e inclusión, ¿en qué se diferencian?

Nos ha costado mucho tiempo entenderlo, e incluso aceptarlo, pero a estas alturas, por fortuna, parece que cada vez tenemos más claro que cada persona es un mundo en sí misma, y que todos tenemos habilidades especiales, así como otras cosas que no hacemos tan bien. Las diferencias son los que nos hacen ser como somos, desde nuestro país de nacimiento a la cultura en la que nos hemos criado, nuestros gustos, nuestra forma de entender la vida… Todo ello provoca que tengamos que entender el mundo con una empatía enorme hacia los demás. Porque no se trata de ver la vida solo como yo la entiendo, sino que hay junto a mí muchas otras personas que también tienen esa necesidad. Y debemos ser capaces de entendernos entre todos, para trabajar en equipo, porque al fin y al cabo el ser humano es social por naturaleza.

A partir de aquí surgen dos conceptos muy interesantes que se dan sobre todo en educación, peor que también pueden ser extrapolados al ámbito sociocultural: integración e inclusión, dos palabras que parecen significar lo mismo y que de hecho, son confundidas frecuentemente por muchos. Y sin embargo, la integración y la inclusión son dos cosas bien distintas, sobre todo desde su perspectiva, de la forma en la que cada concepto entiende esa necesidad de hacer que todos estemos juntos en esta sociedad, remando hacia el mismo sitio. Podríamos decir que la integración siempre ha sido la perspectiva más utilizada, al menos hasta hace unas décadas. Pero últimamente la inclusión está tomando ventaja, sobre todo en la educación, que al final es la base de nuestra sociedad, buscando un horizonte más esperanzador y positivo. Aquí te vamos a hablar de sus diferencias.

Publicado el 31 de enero de 2020 por Ángela Surrá

Integración social, ¿qué necesitas saber sobre este tema?

El hecho de poder convivir con otras personas en nuestro mismo entorno es algo vital a día de hoy. Como seres humanos que somos necesitamos de los demás para comunicarnos, desarrollarnos y apoyarnos de forma mutua. Es por este motivo que, teniendo en cuenta que en la actualidad convivimos con diversas culturas y minorías en un mismo país, la integración social es un concepto que debe estar a la orden del día.

Si miramos a nuestro alrededor nos encontraremos que convivimos con diferentes grupos sociales. Cada uno de ellos (arraigados a sus propias creencias y culturas) tiene su propia forma de ser y de pensar. Respetar dichas culturas, ideas u opiniones nos ayuda a dar un paso hacia adelante como sociedad. De este modo consideramos la integración social como un pilar fundamental de nuestro propio entorno.

Por desgracia a día de hoy la integración social sigue siendo un problema. Y es que, como probablemente ya sabrás, existe una gran desigualdad no solo a nivel minoritario sino también a escala global. Luchar para que las minorías se sientan cómodas en nuestro entorno es una responsabilidad que todos tenemos con ellas, intentando asegurarles un mínimo de bienestar al convivir junto a nosotros.