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Aprender jugando, haz que tus alumnos se diviertan

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Ser maestro y enseñar a los niños a leer, a escribir y a aprender las cosas más importantes en la escuela es como un sueño para muchos. Es uno de los trabajos más hermosos del mundo, pero también uno de los más complicados y exigentes, porque la presión de tener a esos adultos del futuro en nuestras manos es brutal. La necesidad de desarrollar una forma de aprendizaje que no se centre solo en hacerlas más listos, o en que sepan recitar como loros, sino en que asimilen por completo los conceptos que están aprendiendo, será una parte indispensable de nuestro trabajo. Si bien es cierto que todavía se sigue utilizando la fórmula “tradicional” en muchas escuelas, otras están abogando por teorías alternativas para el aprendizaje, sobre todo en las edades más cortas.

Una de las cosas que todas estas nuevas teorías pedagógicas infantiles tienen en común es la necesidad de aprender jugando, de una manera relajada, distendida, adaptándonos a las necesidades de movimiento y a la propia curiosidad del crío, para hacerles llegar esos conceptos importantes mediante el juego, casi sin que se den cuenta. Este tipo de aprendizaje está muy bien valorado, por el hecho de que se aprovecha el juego para inculcar todos esos conceptos importantes, y supone un paso adelante en la educación infantil e incluso primaria, en sus primeros niveles. El profesor debe ser consciente de cómo ofrecer estos juegos para el aprendizaje, controlar en todo momento su desarrollo y guiar, aun sin que se den cuenta, a los niños hacia el resultado que estamos buscando, el aprendizaje gamificado.

¿Por qué aprender jugando?

No son pocos los estudios que afirman que recordamos mucho mejor las cosas cuando las ponemos en práctica que cuando simplemente nos limitamos a leerlas o escucharlas. Cualquier persona, especialmente en sus primeros años, aprende a través del ensayo y error, de practicar con aquello que está empezando a entender, en lugar de ser simplemente un loro que repite todo lo que le dicen. La memoria tiene sus propias fórmulas para hacer que los datos permanezcan en nuestro cerebro, y el desarrollo cerebral en estos primeros años, aunque todavía es descompensado, supone ya una guía delo que seremos en el futuro. Por eso conviene grabar a fuego los aspectos y conceptos más básicos, como la lectura, la escritura, la izquierda, la derecha, etc… Todo ello se puede hacer sentando a los niños en pupitres y obligándoles a aprenderlo así, pero también jugando con ellos, para que lo aprendan a través de esa experiencia.

No solo se aprende siendo partícipe de la experiencia, lo cual ya hace que el alumno se inmiscuya más en aquello que está aprendiendo, sino que además fomentamos la felicidad a través de la diversión del juego, y por supuesto, la creatividad, de manera que no queremos que nuestro alumno sea simplemente un repetidor de frases que lee o escucha, sino que desde el principio le ofrecemos retos que debe solucionar, potenciando así mucho más su creatividad, que le ayudará durante toda su vida. Mientras se juega, el niño está concentrado en divertirse, algo que es mucho más complicado de conseguir cuando simplemente les sentamos y les mandamos a estudiar. Se fomenta también la relación con sus compañeros, el juego en equipo, la pérdida del miedo a tomar decisiones y la demostración de que cuando uno pierde, también aprende.

Juegos y aprendizaje, consejos para maestros

El profesor juega un papel fundamental en cualquier tipo de aprendizaje que lleve a cabo el alumno, y eso lo debemos entender desde el primer momento. Somos la guía que les permite acceder a ese conocimiento, y no solo es importante darlo a conocer, sino la manera en la que conseguimos que lo aprendan, que presten atención, que lo asimilen, entendiendo que es una parte imprescindible de su vida. Cada vez son más los profesores que llevan a gala ese lema de “aprender es divertirse”, teniendo claro que los juegos son una parte imprescindible del aprendizaje, una herramienta valiosísima, especialmente en los primeros años de desarrollo de los niños, para inculcarles todos esos conceptos necesarios. Desde algo tan simple como los días de la semana a algo tan complejo como las primeras lecturas y operaciones matemáticas.

Debemos acercar esos conceptos al mundo del niño, y hacerlo a través del juego es una de las mejores opciones. Esto requiere una planificación mucho más importante, un nivel de entrega y atención mucho mayor que estar simplemente dictando clase en la pizarra, mientras los niños se quedan callados en sus respectivos pupitres. Habrá momentos para todo, desde luego, pero en la etapa infantil debemos utilizar siempre el juego como palanca para levantar el interés y la concentración de nuestros alumnos. Existen en internet diversos vídeos divulgativos sobre este tipo de teorías pedagógicas, así como muchos libros. Lo mejor es hacernos con alguno de ellos y entender bien lo que se busca con todo esto, sabiendo que deberemos controlar mucho mejor la clase y conseguir que todos los niños se involucren en esto.

Ejemplos de juegos para aprender

Hoy en día, por fortuna, existen ya muchos de estos juegos inventados y creados ex profeso para ser utilizados en las aulas, aunque también podemos crear los nuestros propios, adaptándonos aun más a lo que necesitan nuestros alumnos, que por supuesto, tendrán sus propias carencias y ventajas, y eso también es importante tenerlo en cuenta. Juegos didácticos, con los que aprender, hay muchísimos. Podemos utilizar las cartas de animales, por ejemplo, para mejorar la memoria a través de juegos de emparejamiento, de localización de cartas iguales, etc… Estos memotest son muy útiles también para desarrollar la capacidad visual, la concentración e incluso los reflejos, necesarios para completar la mayoría de estos juegos.

También suelen funcionar muy bien los juegos de tipo rompecabezas, como los puzles, que permiten a los críos asociar colores y formas, entender mucho mejor el espacio y todo lo que involucra la perspectiva, el conjunto sobre las partes, etc… Juegos musicales servirán, por ejemplo, para desarrollar la creatividad de los chicos, para hacerles concentrarse mejor, entender bien los números, los ritmos, y por supuesto, también para bailar y moverse al ritmo de la música, empezando a ser conscientes de sus propios cuerpos y de cómo manejarlos. Los juegos con masas como plastilina son igualmente una alternativa muy creativa, para que los propios críos desarrollen todo eso que llevan dentro a la hora de crear formas de animales o cosas, descubriendo tal vez algún talento precoz.