Nos ha costado mucho tiempo entenderlo, e incluso aceptarlo, pero a estas alturas, por fortuna, parece que cada vez tenemos más claro que cada persona es un mundo en sí misma, y que todos tenemos habilidades especiales, así como otras cosas que no hacemos tan bien. Las diferencias son los que nos hacen ser como somos, desde nuestro país de nacimiento a la cultura en la que nos hemos criado, nuestros gustos, nuestra forma de entender la vida… Todo ello provoca que tengamos que entender el mundo con una empatía enorme hacia los demás. Porque no se trata de ver la vida solo como yo la entiendo, sino que hay junto a mí muchas otras personas que también tienen esa necesidad. Y debemos ser capaces de entendernos entre todos, para trabajar en equipo, porque al fin y al cabo el ser humano es social por naturaleza.

A partir de aquí surgen dos conceptos muy interesantes que se dan sobre todo en educación, peor que también pueden ser extrapolados al ámbito sociocultural: integración e inclusión, dos palabras que parecen significar lo mismo y que de hecho, son confundidas frecuentemente por muchos. Y sin embargo, la integración y la inclusión son dos cosas bien distintas, sobre todo desde su perspectiva, de la forma en la que cada concepto entiende esa necesidad de hacer que todos estemos juntos en esta sociedad, remando hacia el mismo sitio. Podríamos decir que la integración siempre ha sido la perspectiva más utilizada, al menos hasta hace unas décadas. Pero últimamente la inclusión está tomando ventaja, sobre todo en la educación, que al final es la base de nuestra sociedad, buscando un horizonte más esperanzador y positivo. Aquí te vamos a hablar de sus diferencias.

Integración y sus características

Al hablar de integración nos vamos a referir a la metodología que busca incluir a las personas con diferencias culturales, sociales, físicas o psíquicas dentro de un sistema, como por ejemplo el educativo, a través de una serie de esfuerzos encaminados a igualarles con el resto de personas. Siempre se ha considerado que este tipo de metodología se refiere a la educación especial, marcando una diferencia bastante obvia con la educación “normal”. La integración se lleva a cabo tratando de nivelar las posibilidades de esas personas dentro de un sistema ya establecido para la inmensa mayoría de la población. Para ello, se buscan refuerzos, como profesores especiales, clases adaptadas, etc… Se trata de lograr que esas personas acaben integrándose en el sistema que ya existe.

Esto tienes sus pros y sus contras, por supuesto. El pro más evidente es ese intento de conseguir que esas personas sean totalmente eficientes dentro de una sociedad, de un grupo escolar, de un trabajo… Se les ayuda y se les apoya para que puedan lograr los mismos objetivos que los demás, aun partiendo en muchos casos desde una situación de cierta desventaja. Las diferencias entre esas personas con el resto de la población se tratan de solventar a través de la adaptación curricular, en lo que a educación se refiere. La integración busca que esas personas, sean como sean, se adapten al sistema ya existente y tengan la posibilidad de ser tan eficientes como cualquier otro alumno o trabajador, para ponernos a todos a la misma altura.

Inclusión y sus características

La inclusión, a nivel social, cultural y educativo, se puede definir como la adaptación de un sistema completo a las necesidades variadas y diferenciadas de todo el conjunto de personas que lo conforman, para que ser mucho más justo y equilibrado con todos. Se asumen esas diferencias de base, pero se busca una manera homogénea de educar, de llegar a cumplir los objetivos sociales, de crear esa imagen multicultural positiva, no adaptándose unos a otros, sino adaptando el propio sistema a las necesidades de todos, para que cada cual pueda desarrollarse con libertad en todo momento, dentro de ese amplio sistema que entiende sus capacidades diferenciadas, las asume y las convierte en parte del aprendizaje global.

A través de la inclusión se busca no solo mejorar la calidad de vida de esas personas que parten con una supuesta desventaja, en cualquier sentido, frente al resto, sino crear un sistema que permita a todo el mundo, sea cual sea su procedencia o las habilidades que tengan, desarrollarse por completo como personas. Se busca el equilibro social, cultural y educativo a través de la inclusión, mirando por todos, capacitándolos de la misma manera desde la base, y sin diferenciarlos según sus ventajas o desventajas. Se crea así un sistema mucho más justo y positivo, que sirve para progresar en comunidad, sin poner trabas ni diferenciar a unos de otros, sino englobando a todos en un proyecto común.

Diferencias más notables entre ambas

Después de haber descrito ambos conceptos y conocer sus principales características, podemos hablar de sus diferencias más notables para evitar que de nuevo los confundamos. Como hemos podido comprobar, la inclusión propone adaptar el propio sistema, ya sea cultural, social o educativo, de una manera más abierta y global, para que todos quepa en él sin necesidad de sentirse “especiales”, mientras que la integración ponía el foco precisamente en esas diferencias especiales para llevar a esas personas al mismo nivel que se considera “normal” para el resto, lo que ya supone un punto de separación y en parte también discriminación. La inclusión parte de la base, en lugar de intentar adaptar a las personas.

La integración pone especial énfasis en las personas diferentes, mientras que la inclusión asume que diferentes somos todos, y busca abrir un horizonte mucho más amplio en el sistema, que nos albergue sin necesidad de que tengamos que adaptarnos necesariamente a la manera de los demás. Mientras que la integración asume que hay personas que necesitan un apoyo especial, a través de profesorado especial o ayudas de otro tipo, para que una persona acceda al nivel de los demás, la inclusión entiende que el nivel viene marcado de forma general por el grupo, y por eso no diferencia entre diferentes habilidades y quienes las tienen o no.